caracola / 2004
óleo sobre lienzo / 90 x 65 cm.

Propiedad de Santiago Polo



tempus fugit / 2004
óleo sobre lienzo / 139 x 96 cm.




doble esquina / 2004
óleo sobre lienzo / 120 x 170 cm.




re-cordis / 2004
óleo sobre lienzo / 100 x 170 cm.




óleo sobre lienzo / 120 x 170 cm.



pentimento / 2004
óleo sobre lienzo / 114 x 195 cm.

Colección particular.
(ver fotografía)




045 / 2004
óleo sobre lienzo / 130 x 97 cm.

Colección Andrew Gray y Olga Puente



en tono grave / 2004
óleo sobre lienzo / 130 x 97 cm.

(ver fotografía)

óleo sobre lienzo / 97 x 195 cm.
Obra seleccionada en el XXXI Premio Bancaixa de Pintura


039 / 2003
óleo sobre lienzo / 97 x 162 cm.





038 / 2003
óleo sobre lienzo / 38 x 46 cm.

Colección
Jaime Giménez de Haro



una imagen en la retina / 2003
óleo sobre lienzo / 97 x 162 cm.

(*)





festina lente / 2003
óleo sobre lienzo / 81 x 100 cm.


029 / 2003
óleo sobre lienzo / 100 x 81 cm.

Colección
Peter Schwanewilms



027 (desvelos) / 2003
óleo sobre lienzo / 38 x 46 cm.



025 / 2003
óleo sobre lienzo / 38 x 46 cm.




024 / 2003
óleo sobre lienzo / 33 x 46 cm.

Colección
Gonçalo Afonso Dias,
(ver fotografía)




023 / 2003
óleo sobre lienzo / 65 x 55 cm.

Colección
Willy Ramos



022 (pensamiento rumiante) / 2003
óleo sobre lienzo / 81 x 65 cm.




021 (raíz quebrada) / 2003
óleo sobre lienzo / 97 x 130 cm.





019 (provocación) / 2003
óleo sobre lienzo / 46 x 55 cm.




018 (dieciocho) / 2003
óleo sobre lienzo / 115 x 54'5 cm.




016 (india) / 2003
óleo sobre lienzo / 33 x 46 cm.




014 / 2002
óleo sobre lienzo / 33 x 41 cm.

Colección
Victoria Civera y Juan Uslé



013 (raíz) / 2002
óleo sobre lienzo / 33 x 46 cm.



012 /2002
óleo sobre lienzo / 33 x 46 cm.

Colección
Juan Peiró



011 (brisa) / 2002
óleo sobre lienzo / 46 x 55 cm.




009 (esquema roto) / 2002
óleo sobre lienzo / 46 x 55 cm.




008 (ensayo) / 2002
óleo sobre lienzo, 46 x 55 cm.




005 / 2002
óleo sobre lienzo / 60 x 81 cm.

Colección
Ayuntamiento de Sagunto



004 (sentipensante) / 2002
óleo sobre lienzo, 65 x 130 cm.
Colección particular




003 / 2002
óleo sobre lienzo / 46 x 55 cm.

Colección
Carles Enguix y Carme Pérez




002 (miramar) / 2002
óleo sobre lienzo / 81 x 60 cm.




001 (obra primera) / 2002
óleo sobre lienzo / 38 x 41 cm.
Colección particular

Como campos profundos sembrados de emociones, en su hondura.
(Espacios de color reticulado)

Hablo de mi impresión.
La pintura de Charo Peiró aparece significando un espacio, conformado por bloques de colores. Sobre ellos, el ojo del espectador se desliza en un recorrido viajero hacia la introspección. Es en esta introspección donde se produce una combinatoria de pensamientos fugaces que ansían capturar una imagen en la que depositar alguna certeza. Sin embargo ésta, se diluye, inaprensible, como si de una nebulosa evanescente se tratara, quedando un residuo de placer emocional provocado por el discurrir visual en ese acontecimiento viajero

En todas las épocas, el hombre ha sentido una especial atracción por todo aquello que para él representaba un enigma. Ha querido conocer y esta voluntad ha servido para conformar distintos tipos de conocimiento. En alguna ocasión he leído que no hay nada como el misterio para ensanchar las dimensiones de lo desconocido y es en esta búsqueda inercial del conocer donde situaría la obra pictórica de Charo Peiró.

La génesis de la obra se produce mediante una construcción sintáctica que abunda en el querer que se desvele su propio misterio. Con una técnica de superposición cromática, la autora intenta encontrar una respuesta o quiere aproximarse a desvelar un interrogante cuya solución desconoce. Lo intenta una y otra vez con la insistencia de aquel que busca algo desconocido pero que sabe que está a punto de aparecer. Persigue que el cuadro, la pintura, hable y se acomode, y en ese irse haciendo le marque las pautas necesarias para conseguir su finalidad.

En este tipo de propuesta , Ch. P., concede a la obra la función del mistagogo, en el devenir del irse construyendo. Función que se realiza a través de los tonos y el espacio que van encontrando los colores, y que posibilitan un acercamiento e introducción al sentido y al dominio-territorio de las emociones. Territorios llenos de silencio y silencio como música del tiempo. Es como si la pintura, en su estructura, indicara que el conocimiento buscado, en caso de ser puesto por escrito, registrado en la superficie de la tela, debiera ser cubierto de enigmáticos velos y estar poéticamente disimulado, un poco a la manera que ponían en práctica los neoplatónicos en el intento de desvelar los misterios de la vida . Ch. P. sabe que el gusto por el conocimiento está en el placer, en el gozo que produce su búsqueda. Y en este sentido, practica lo que Pico de la Mirandola entendía como gozo, cuando lo calificaba como el don superior para el intelecto, instigado éste por el deseo, y para despertar el deseo se requiere un acto de voluntad sin el cual el acto cognitivo sería incompleto.

Lógicamente, Ch. P., no utiliza el juego de paráfrasis mitológicas para estos fines, pero sin embargo sí existe un cierto misticismo en su obra. Un misticismo, no en el sentido religioso, ni pagano, sino más bien en una dirección laica, un sentido de espiritualidad abierta y perteneciente a la época que nos toca vivir en nuestro tiempo. Un misticismo que podríamos valorar y encontrar en el murmullo que producen los colores o en los tonos silenciosos percibidos éstos como lugares por los que transita el sonido del tiempo. Lo trascendente de su obra puede encontrarse a través de la percepción , que bien puede llevarnos a la valoración de nuevos espacios que se escapan a referentes exteriores o convencionales pero que configuran la estructura sustancial de nuestras emociones. Sus pinturas no hablan de intereses pertenecientes a espacios comunes con nada. Hablan de pintura, sólo de pintura, que como un imán pueda atraer la atención de una mirada para desplegar un campo de sensaciones privadas, en tanto que son correspondientes a la persona que observa, que es atraída, y por supuesto no significa que lo sea para todos .

Con absoluta libertad, Ch. P., inventa nuevos espacios que se convierten en contenedores de tiempo subjetivo a través de la materia. Una materia sencilla, hecha de sensaciones, conocimiento y de pintura que se transmite con la profundidad, riqueza y vibración tonal del color y que éste se refugia en volúmenes ilusorios que atrapan la mirada, introduciendo al espectador en un espacio poroso que nos invita a realizar un viaje indefinido. Y es en el transcurso de ese viaje donde se registra el tiempo subjetivo perteneciente en exclusiva a la mirada atrapada del espectador, que estimula su memoria y se traduce en corriente continua de activación emocional en la persona

Los trabajos de CH. P. se fundamentan en el posicionamiento de un tipo de artistas que priman el desarrollo emocional frente a cualquier otro tipo de presupuesto, a la hora de enfrentarse a un lienzo en blanco y en el que el acto de pintar va originando una situación placentera, una especie de vértigo, a medida que se busca una puesta en escena plástica .

El inicio de cada obra comienza, como he podido comprobar en conversaciones con ella, con un acto reflexivo y dialéctico a partir de la forma y el color. Es un a priori vago, con unas formas simples y una preocupación general por la composición. La obra ha de tener un comienzo. El color va ocupando la superficie y buscando los límites de su propia forma. Sin pretensiones, madurando lentamente contrayéndose o expandiéndose hasta encontrar su relación con lo demás. No hay referencias a una realidad exterior. La pintura, su materialidad, es lo real y donde adquiere sentido el acto de pintar. El color busca su definición física con insistencias reiteradas, dejando pasillos transitables hasta que de un modo sereno consigue transferir a la mirada de la autora una aproximación a las respuestas de los interrogantes que en su inicio se planteaba. La obra queda habitando su propio lugar durante un tiempo, dormitando, en su proceso. Y solamente adquiere identidad y autonomía, cuando de nuevo la artista, en su revisión, considera que la obra consigue aprisionar la mirada introduciéndola en su interior por medio de un viaje introspectivo.

Santiago Polo. Valencia, Junio 2005
(Texto de Santiago Polo publicado en el catálogo para la exposición)